lunes, 29 de noviembre de 2010

010 Llevando la abstinencia

La abstinencia sexual se nota. Estoy que me tiro de los pelos y con ella de esto ni hablar porque dice "¡Ya estás otra vez!". Percibo que estoy pasando a un segundo plano y esto sólo acaba de empezar. Cuando nazca veremos. Que ella no tenga apetito sexual no quiere decir que yo tampoco. Siento como si tuviese que pedir limosna. ¡Que estoy aquí!. Y una vez más, se posterga para mañana. Tendré que hacer la "Guerra del Turco", que son cinco contra uno o "subir y bajar pieles", aunque una vez se ha probado en compañía, no es lo mismo, pero bueno, a falta de pan...
Al día siguiente parece que habérselo pedido antes haga que se acuerde de mí a última hora. "¡Pues ahora no quiero!". ¡Cuán compleja es la idiotez humana!. Así que yo me lo pierdo. Es como si quisiera hacerle ver que estoy disgustado por esta situación."¿Porqué?". "Porque ya me la he tocado esta mañana". Su indiferencia alimenta mi estado. "¡Pues yo si quiero!", pero insiste menos de lo que necesito para curar mi insatisfacción.
Ante mí se abre el horizonte de la frustración, yo que utilizo el estómago o la entrepierna para quemar la ansiedad... Ahora sólo me queda comer. ¡A ver quien engorda más!.
Dicen que todo está en la comunicación, pero yo ya se lo he comunicado y es hablar siempre de lo mismo. Pienso que entre un 100% de ganas y un 0% de ganas, la media está en un 50%. Pero la estadística realmente difiere mucho de la realidad. Quizá sólo me queda consolarme mirando esas curvas de la enloquecedora y joven belleza femenina que desfilan provocativas por las calles. Pero eso no hace más que alimentar mis instintos y resulta peor. ¡Estoy a un paso de convertirme en un viejo verde!.
Tendré que comprar una revista porque percibo que estos nueve meses van a hacerse muy largos. Hecho de menos no haber podido vivir una adolescencia con su efervescencia sexual. Podría haberme metido mano con una chica en cualquier rincón, haberlo hecho en los lugares más insospechados de manera voraz y desesperada, con el morboso miedo a ser descubiertos, o en las incomodidades de un coche, o al aire libre, que siempre ha sido mi sueño dorado... ¡Todo eso ha pasado ya a la historia!. Somos mayores. Vamos a ser padres.

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