martes, 14 de diciembre de 2010

020 Trapos sucios

Posiblemente se habían acumulado las emociones tras el estado de salud de su madre; pocos años antes también había fallecido su padre; además había otros conflictos familiares que surgieron por tema de una empresa familiar compartida con su tío y sus primas, con el que rompieron todo contacto de manera trágica.

Al parecer, las situaciones vividas en poco tiempo fueron demasiado para ella, llegando a un punto en el que todo se desbordaba y posiblemente propició que se cuestionasen todos los años de relación nuestra. Además apareció otro chico con el que ella compartía la afición de la música. Quedaban semanalmente para ensayar y surgió una buena amistad que también acabó sembrando dudas entre sus sentimientos hacia aquella persona con la que también se sentía muy a gusto. “¿Porqué no se puede amar a dos personas?”, acabó preguntándome en medio de aquella larga noche, en la que nos amamos frenética y apasionadamente con una mezcla de dolor, despecho, tristeza a modo de despedida, quemando todo posible resto de afecto.

No podía soportar que hubiese alguien en medio de nuestro paraíso que amenazaba tormenta. Pero yo le permití amarle, le animé a ello y a que le expusiese sus sentimientos hacia él, aunque me dejase. Le dije que siempre podríamos ser amigos. Al día siguiente, cada uno durmió en casas diferentes. Fue la primera y la única noche en la que dormimos separados después de cinco años conviviendo juntos.

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