lunes, 20 de diciembre de 2010

026 El mayordomo en casa

Me gusta cocinar. De hecho en casa prácticamente soy el dueño de la cocina. Hago los menús semanales, la lista de compra y también voy al supermercado. Después queda la preparación. Puedo decir que soy capaz de no repetir una receta en dos meses. Parte de esta afición nace de mi trabajo. Aprendí a cocinar para dar clases de cocina. También hice algunos cursos, pero sobre todo, disfruto comiendo algo que he preparado yo. Algunas de estas recetas, las publico en otro de mis cuadernos de bitácora (Hoy qué Cocinamos).

Sé congeniar bastante bien mi trabajo con el tiempo necesario para cocinar, pero a veces también estoy cansado y no me apetece demasiado cocinar, porque igualmente me gusta tener la casa con algunos mínimos de orden y limpieza. Así también he de limpiar las cacerolas, poner el lavavajillas, la lavadora y la secadora (grandes inventos que hacen mi vida un poco más fácil), guardar los platos, vasos y cubiertos en su sitio. Paseo al perro, que no para de soltar pelusa y cualquier día lo flameo con un soplete para librarme de tantos pelos por doquier. Paso la mopa o el aspirador, barro, paso la fregona; limpio la cocina y el aseo, quito el polvo de los muebles.

¡Menos mal que nuestra casa es pequeña!. Lo único que se me amontona más, es la ropa. Plegarla y guardarla en el armario lo voy dejando siempre para el final, para mañana. ¡Ya no puedo más!. Menos mal que en esto ella si que me ayuda.

Por lo demás, estoy satisfecho y le doy las gracias a mi madre porque ha sabido hacer de mi una persona realmente autónoma e independiente que no necesita “una mujer que se lo haga todo”. Pero quizá esto sólo sea la preparación para cuando venga el bebé, que ahí realmente ando mucho más perdido. Por suerte ella trabaja en una guardería y estas cuestiones las tiene dominadas. Seguro que aprenderé.

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