miércoles, 13 de julio de 2011

111 Escurir el bulto

Tras largas horas de espera en ayunas y olvidados en la habitación, por fin ha venido una enfermera a buscarnos. Nos ha llevado a la consulta de otro médico diferente que nos ha explicado nuevamente lo que iban a hacerle y porqué. Parece que vamos a tener que esperar otro día más.
Según el nuevo tacto que le han practicado, sigue sin haber dilatación. Así que por el bien de la madre y de la niña, antes de forzar la cesárea, van a ponerle otra banda para ver si dilata algo y en todo caso, ya mañana le administrarán la oxitocina, con la que según dice, el parto se iniciará seguro.
Pero sin duda, ya le tocará el turno a otro médico. Aunque con toda seguridad sea por el bien de todos, también da a pensar que se la van quitando de las manos hasta que caiga en las de alguien que no tenga escapatoria. Sólo espero que de verdad caiga en buenas manos, sea quien sea el médico que finalmente la asista en el parto, haya o no cesárea.
Mientras tanto, seguimos ahora en otra habitación diferente, destinada a la dilatación, que como la de ayer, no tiene ventanas por las que pueda entrar la luz natural y está apartada de los pasillos por los que pueden circular los visitantes.
Menos mal que tenemos un libro que leer cada uno y a mi el móvil me permite el contacto con el exterior, pese a que la mayor parte del tiempo lo tengo en silencio o fuera de línea.
Los latidos monitorizados del corazón de la niña inundan la estancia como si se tratase de algun motor submarino.

No hay comentarios:

Publicar un comentario