lunes, 25 de julio de 2011

129 A contrarreloj129 A contrarreloj

Mi mujer siempre se ha tomado sus cosas con mucha, mucha calma, hasta el punto que a veces llega a producirme cierta desesperación. Come despacio y tranquila, se toma su tiempo en el baño o en la ducha, incluso para hacer cualquier cosa en casa o para hablar de algún acontecimiento o asunto.
Pero ahora con la niña, se ha visto obligada a cambiar completamente. Casi no tiene tiempo para comer, ir al baño o ducharse. Lo hace todo de manera más diligente, porque la niña no tarda en reclamarla y porque a ella tampoco le gusta oirla llorar lo más mínimo.
La mayoría de las veces ha de esperar que la niña se duerma mientras mama, para pasarmela a mí y hacer sus cosas, tratando de recuperar su calma habitual. Pero si da la casualidad que la niña trata de succionar nuevamente, al encontrarse lejos del pecho de su madre, si quiere teta, no hay paseo en brazos por el pasillo que valga.

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