Tras pasar todo el fin de semana encerrado en casa, trasladando cosas, haciendo tareas de bricolaje, limpiando, cocinando y ordenando los enseres de la niña, he acabado hastiado y de mal humor. Si al menos hubiésemos parado un ratito para mantener ese contacto de pareja… Todo ha sido dedicación exclusiva y en cada uno en solitario haciendo las diferentes tareas y precisamente ayer que amaneció soleado tras varios días de lluvia. Pero quizá lo que más hastío me produjo es que yo me había organizado para hacer determinadas cosas y ella se adelantó añadiendo nuevas tareas que acabaron por descolocarme del todo.
Finalmente quedé con mi hermano al día siguiente para dar una vuelta en bici a las siete y media de la mañana, tras casi un mes sin salir con ella y aunque amaneció nublado y con la tierra mojada tras toda una noche lloviendo, no desistimos de nuestros planes. Nos cogió la lluvia cuarenta minutos después de haber salido, pero no nos importó y fuimos a por más. Disfruté mucho de la aventura. Lloviendo, pedaleando, como si no nos importase el tiempo. Disfrutamos de unos paisajes que parecían de otro país. Yo me desahogué de las tensiones; quemé esa energía que no había quemado de otro modo. Mi hermano también había pasado una dura semana y tras lidiar con sus dos hijos en casa, parece que también necesitaba un pequeño rato de evasión. Fue él quien me dijo: “¿Comprendes ahora porqué un hombre necesita un hobby?”. “¡Y cuando nazca ya verás!”.
Quizá a nivel físico y psicológico el hombre está hecho de otra pasta diferente, está configurado como animal de carga, necesita aprovechar su fuerza, quemar esa energía masculina de algún modo que por unos instantes, también le permita sentirse libre.
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