domingo, 29 de enero de 2012

159 Inauguración del resfriado

Con el invierno y el contacto con primos, ha aparecido el primer resfriado de la pequeña. Salvo por la mucosidad parecía llevarlo bastante bien, al menos por el día. No presentó calentura ni merma de su incipiente actividad física, pero por la noche tenía mucha dificultad de respiración que nos llevó a preocuparnos seriamente una de ellas, puesto que veíamos que la niña se ahogaba.

Tan pronto nos levantamos, llamamos al centro de salud para coger cita con nuestro pediatra ese mismo día. Le recetó unas gotas mucolíticas para que la mucosidad fuese más fluida y fácil de expulsar. “Si vendiéramos los mocos en estas fechas, nos haríamos ricos”, nos dijo la matrona. “No podemos darle otra cosa”. Era una dosis ínfima. Cinco gotas cada ocho horas. Pero debían saber muy mal o producirle una angustia terrible, porque expulsó los mocos y todo lo que cogían a su paso, cada vez que se las administrábamos. Así que probamos dárselas de otra manera, mezcladas con un poco de leche materna, con agua, con una jeringuilla, pero enseguida lo vomitaba todo. Finalmente optamos por arroparla bien en nuestros brazos día y noche y no darle nada. En pocos días quedó bien recuperada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario