Agotado ya el permiso de paternidad y una vez acabadas también las vacaciones, todo se intenta cuadrar dentro de la rutina habitual. Esta semana esta siendo algo dura. Nos acostamos tarde. Nos despertamos a lo largo de la noche. Nos levantamos pronto. Trabajo. He de organizarme para hacer la comida y mantener un mínimo de orden en la casa, aunque cuando llego a casa tras una larga mañana... Una vez más veo los manchurrones del suelo. La casa me parece un desastre.
Me falta tiempo para todo. Apenas he tenido algunos minutos a lo largo de la semana para poder utilizar el ordenador y dedicar algo de tiempo para escribir. Cuando llego a casa, mi mujer también está cansada de tanto amamantar, hacer eructar o pasear a la niña por el pasillo para que se duerma y le deje hacer algo.
Muchos días he llegado a casa y el recibimiento no ha sido otro que llantos y cansancio de todos.
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