miércoles, 13 de julio de 2011

113 Gritos se oyen por los pasillos

Hace un rato hemos empezado a oír gemidos en una habitación contigua. No sabría decir si eran gritos de placer o de dolor, aunque por supuesto que estando donde estamos, de placer más bien poco.
En muy poco tiempo, quizá media hora, o tal vez menos, se han oído ya los llantos del recién nacido. ¡Ojalá lo nuestro fuese tan rápido!. Resulta algo increíble y fascinante. Se supone que mañana nos llegará el turno a nosotros, pero según van las cosas, parece que habrá una cesárea de por medio. Quizá así mi mujer no sufra tanto, pero la recuperación será más lenta.
Sufro por ella, pero por el momento parece muy tranquila. Veremos ya mañana con el suero que le pondrán, con el que se supone que le inducirán las contracciones necesarias en muy poco tiempo y por tanto, pueda experimentar un dolor mayor de golpe, que de manera natural se habría ido produciendo poco a poco.
Mientras tanto, los familiares nos llaman preocupados y constantemente me piden que vaya a comer con ellos, pero yo realmente quiero estar a su lado. No quiero dejarla sola ni un momento.
Espero que sea fuerte. Mañana nos espera un día difícil.
Una vez más pido a Dios que todo vaya bien, que no haya ninguna complicación y tampoco sufran ni ella ni la niña.

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