sábado, 16 de julio de 2011

122 Día 0

¿El manual de instrucciones no venía en el kit de pacenta, cargador umbilical y bebé?.
La primera noche, al parecer la niña salió agotada y todos descansamos más o menos de tirón. A lo largo del día, también estaba muy tranquila y sólo lloró mientras la vacunaban las matronas y el pediatra le hacía algunas pruebas o cuando lo qutábamos el "alquitrán" que tenía pegado al culo, pero al llegar la segunda noche...
Aquí estoy, intentando llenar el insomnio que me producen sus llantos.
Se ha pasado prácticamente el resto del día de pecho en pecho, con tanta ansia, que casi se quedaba sin respiración al aplastar la nariz contra el pecho con el que trataba de amamantarse. Llegada la noche, ha sobrevenido el caos en la habitación y en la planta de maternidad. Cuando no lloraba uno, lloraba otro.
Quizá si estás en tu casa y el bebé se pone a llorar, pues se intenta capear como sea o aguantarse, porque es lo que toca, pero cuando compartes la habitación, al menos a mí me sabe mal que los llantos de mi bebé rompan el sueño de los pobladores de la cama contigua. Esto me perturba más que el hecho de que el bebé no mé deje dormir. Pienso que deberíamos estar en habitaciones individuales.
Parece que a partir de ahora, el llanto se va a convertir en el lenguaje para todo: si tiene hambre, si tiene sueño, si tiene dolor de barriga, si no está en una postura cómoda...
Si me levantaba a ver que le sucedía al bebé, mi mujer ya pensaba que estaba nervioso, cuando en realidad no era así. Sólo buscaba el porqué del llanto y con ello, también la solución. A mi entender, hay una postura para dormir y otra para mamar. Así que o traga aire, o no succiona bien o no saca lo que tendría que sacar del pecho. Me parece comprensible que cualquiera pueda endiñarle un biberón, antes que insistir con el pecho y tener paciencia.
Quizá sea momento de retomar la escritura de alguna de las otras novelas que tengo aparcadas.
Sólo puedo decir que tengo ganas de estar en casa. Estoy hasta las narices de esta estancia y el incómodo sillón que me queda para tratar de descansar.

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