miércoles, 1 de diciembre de 2010

011 Orígenes del machismo

Yo que a los 29 años llevaba bastante bien mi casi nula vida sexual en solitario y que estaba convencido de una vida monoparental... y mira por donde. Descubrí la sexualidad en pareja, pero no pude recuperar el tiempo perdido. A veces no me arrepiento de ello. Es más, me hace sentir orgulloso: “No me iba con cualquiera!. Tal vez para justificar mi timidez. Lo cierto es que tampoco antes me había dejado experimentar en pareja.

El mundo adulto ya es bastante complicado como para haber llegado a él con el descubrimiento de una sexualidad ya completamente saciada. Y ahora... ¡Creo que me voy a seguir con la “Guerra del Turco”!. Es triste y patético este instinto animal insaciado. Dicen que ojalá se cambiaran las tornas y los hombres nos quedásemos embarazados, pero este parece ser el único argumento comparativo en la absurda y perdida guerra de sexos. Igualmente también podría decirse que ojalá se cambiasen las tornas y ellas tuviesen nuestro deseo sexual y este se quedase insatisfecho.

Admitiendo que existe un pensamiento machista comúnmente extendido, me atrevo a transcribir que se afirma que el hombre, ante el deseo sexual con la mujer, sólo tiene dos opciones: dominarla o seducirla, laboriosa, difícil y afanosa segunda opción, tarea de dimensiones impredecibles, porque parece que todos afirman cuan difíciles son de satisfacer: Ni cocinando para ellas, siendo cariñoso, llevando a cabo las tareas de la casa, cuidando, jugando y queriendo a los niños, proporcionándoles preliminares, orgasmos y comodidades, o yendo de viaje dicen que han sido capaces de satisfacerlas de manera que ellas satisfagan lo poco con lo que un hombre puede conformarse, y esto es compañía, tranquilidad y vida sexual.

Así pues parece que el camino más fácil siempre ha sido el de la dominación del sexo femenino, con la consiguiente represión, privación de derechos, uso de la fuerza o sumisión al hombre durante generaciones y generaciones, haciéndonos creer que la mujer es el sexo débil, cuando realmente es al contrario.

Pero bueno, dicen que intelectual es aquella persona a la que el sexo no le interesa. Tal vez sea el momento de alimentar mi intelectualidad, porque tengo claro que tratar de dominarla no es lo mío y a mí también me gusta ser seducido.

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