lunes, 27 de diciembre de 2010

032 El deseo y el placer

Yo esperaba un verano con mucha actividad sexual, tras decidir que queríamos ser padres, pero con aquella afección cutánea en la "vara de procrear", todo se fue al garete. No hubo el contacto íntimo sin barreras de látex que todo hombre desea para vivir un verano de película, apasionado y ardiente, al desnudo o al aire libre con una total libertad paradisíaca.
Me tuve que conformar con iniciar aquellas acciones con la llegada del otoño y con más ropa de por medio, en la misma cama y entre las mismas cuatro paredes de siempre. Mis sueños dorados se fueron al garete. Ahora que voy a ser padre, estos deseos me parecen ya una inalcanzable meta del pasado. Se desvaneció esa oportunidad de deseos adolescentes insatisfechos.
Pero bueno, se abre una nueva etapa, en la que sin guardar rencor o insatisfacción alguna, me queda el consuelo de poder imaginarlo y escribirlo, como también hice en una novela (Secretos de Pareja) para un concurso erótico, con la que pretendí no dejar nada en el tintero y dejar salir los deseos más íntimos.
Parece que nos han hecho creer que la sexualidad es una tarea únicamente reproductiva, pero por suerte la influencia de estas corrientes va quedando atrás con la llegada de las nuevas generaciones. La sexualidad humana es un hecho claramente diferenciador del reino animal, que juega un importante papel en el desarrollo individual y en nuestra relación con los demás. La propia biología nos permite hacerlo de manera que nos podamos mirar a la cara el uno al otro y sin depender de los ciclos de celo, como en otras especies animales. Tenemos pues la oportunidad de disfrutarla y ser felices con ella, o reprimirla y vivir una insatisfacción o una frustración que deseamos trasladar a los que piensan y la viven de manera diferente a la nuestra.
Así que después de catorce semanas yo he de decir lo que realmente me apetece, aunque suene egoísta, vulgar, inmoral: "Quiero mojar". Por suerte, aunque suene desesperado, parece que empiezo a hacerme a la idea y después de todo, lo llevo bastante bien. Eso sí, el día que tenga la oportunidad... quien sabe lo que puede pasar.
Yo esperaba un verano con mucha actividad sexual, tras decidir que queríamos ser padres, pero con aquella afección cutánea en la "vara de procrear", todo se fue al garete. No hubo el contacto íntimo sin barreras de látex que todo hombre desea para vivir un verano de película, apasionado y ardiente, al desnudo o al aire libre con una total libertad paradisíaca.
Me tuve que conformar con iniciar aquellas acciones con la llegada del otoño y con más ropa de por medio, en la misma cama y entre las mismas cuatro paredes de siempre. Mis sueños dorados se fueron al garete. Ahora que voy a ser padre, estos deseos me parecen ya una inalcanzable meta del pasado. Se desvaneció esa oportunidad de deseos adolescentes insatisfechos.
Pero bueno, se abre una nueva etapa, en la que sin guardar rencor o insatisfacción alguna, me queda el consuelo de poder imaginarlo y escribirlo, como también hice en una novela (Secretos de Pareja) para un concurso erótico, con la que pretendí no dejar nada en el tintero y dejar salir los deseos más íntimos.
Parece que nos han hecho creer que la sexualidad es una tarea únicamente reproductiva, pero por suerte la influencia de estas corrientes va quedando atrás con la llegada de las nuevas generaciones. La sexualidad humana es un hecho claramente diferenciador del reino animal, que juega un importante papel en el desarrollo individual y en nuestra relación con los demás. La propia biología nos permite hacerlo de manera que nos podamos mirar a la cara el uno al otro y sin depender de los ciclos de celo, como en otras especies animales. Tenemos pues la oportunidad de disfrutarla y ser felices con ella, o reprimirla y vivir una insatisfacción o una frustración que deseamos trasladar a los que piensan y la viven de manera diferente a la nuestra.
Así que después de catorce semanas yo he de decir lo que realmente me apetece, aunque suene egoísta, vulgar, inmoral: "Quiero mojar". Por suerte, aunque suene desesperado, parece que empiezo a hacerme a la idea y después de todo, lo llevo bastante bien. Eso sí, el día que tenga la oportunidad... quien sabe lo que puede pasar.

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